3 regiones aledañas, El Bierzo, Laciana y el Suroccidente asturiano. 3 regiones con un problema común, el Silencio.

Hace ya varios años que el rugir de las maquinas se apagó en lo más profundo de los valles que pueblan estas zonas. Hace ya varios años que el fin de la actividad minera dio paso a un lento e inexorable declive, un declive expresado en una palabra, Silencio. 

Este silencio, aunque de apariencia inofensica, es como un cancer. Al principio, no fue más que un parar de las máquinas, pero según ha pasado el tiempo, contagió a las poblaciones anexas. 
El ruido del pasar de los coches, el gentío, de los parroquianos en el bar, de las tiendas, va dejando lentamente paso a una incómoda quietud. Una quietud que en su Silencio se atreve a susurrarnos dos palabras, muerte y abandono.

Muerte de una población cada vez más envejecida, de una rica cultura alrededor de la industria extractiva, y lo peor, muerte de una esperanza. Y abandono, abandono de los lugares que en su momento llenaron de vida a la región, abandono de las casas de sus antiguos habitantes, de sus calles, de una forma de vida.

Sin embargo, al lado de esa muerte, de ese abandono, de ese Silencio, también hay luchadores. Verdaderos soldados que batallan día a día contra ominosas fuerzas. Ciudadanos que nos recuerdan que las cuencas mineras no solo tienen un rico pasado, si no que tendrán un futuro.

Este trabajo gira alrededor de esta lucha. Trata de recordar, a modo de epitafio, todos esos lugares que fueron el epicentro de la vida en la región, y hoy en día yacen en completo abandono. 

Sin embargo, no solo aparecen lugares abandonados entre estas fotos, también aparece un lugar que tras estarlo durante mucho tiempo, fue recuperado. El pozo Alicia, el cual es uno de muchos ejemplo de lo que esos luchadores pueden llegar a conseguir, una muestra de que la lucha da sus frutos, de que tiene sentido.

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